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viernes, 6 de mayo de 2022

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Juan 6:16-21 | Ivan Konstantinovich Aivazovsky | Los discípulos subieron a una barca para dirigirse a Cafarnaúm, al otro lado del lago.

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sáb, 30 abr, 1:59 (hace 6 días)


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Juan 6:16-21

Los discípulos subieron a una barca para dirigirse a Cafarnaúm, al otro lado del lago.

Barco en mares tormentosos,
Pintado por
Ivan Konstantinovich Aivazovsky (1817-1900),
Pintado en 1858,
Óleo sobre lienzo
© Alamy / Christian Art

Al atardecer los discípulos bajaron a la orilla del lago y subieron a una barca para dirigirse a Cafarnaúm, al otro lado del lago. Ya estaba oscureciendo y Jesús aún no se había reunido con ellos. El viento era fuerte y el mar se agitaba. Habían remado tres o cuatro millas cuando vieron a Jesús caminando por el lago y acercándose a la barca. Esto les asustó, pero él les dijo: "Soy yo, no tengáis miedo". Lo subieron a la barca, pero ésta no tardó en llegar a la orilla del lugar al que se dirigían.

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Reflexión sobre el cuadro

Nuestra lectura del Evangelio de hoy nos dice que si queremos llegar a nuestro destino en la vida y ser quienes Dios quiere que seamos, no podemos hacerlo solos. Necesitamos la ayuda de Cristo. Leemos cómo los discípulos se pusieron en marcha para 'Capernaum al otro lado del lago', pero tuvieron problemas por el mal tiempo. Entonces vieron a Jesús caminando por el lago y le invitaron a subir a su barca. Pronto llegaron a su destino. En el viaje de nuestra vida, dependemos de Dios para alcanzar nuestro máximo potencial. Dependemos de él con buen o mal tiempo, en tiempos de calma y cuando las aguas de la vida se agitan.

A menudo podemos sentirnos como el barco de nuestro cuadro, teniendo que sortear ola tras ola, tormenta tras tormenta. Nuestro lienzo, obra del artista ruso Ivan Aivazovsky, representa un barco maltrecho que ha capeado muchas tormentas. Fíjese en lo realista y bien pintado que está el mar turquesa, con un efecto luminoso, casi transparente. Aivazovsky completaba todos sus cuadros en su taller, de memoria. No disponía de fotografías para representar el mar, sino que utilizaba su fenomenal capacidad para recordar los detalles de una escena y la textura de las olas.

Es un cuadro de dolor (véanse las oscuras tormentas en el extremo derecho) y de esperanza (la ola azul turquesa iluminada por el sol más cercana al espectador). Dos pequeñas gaviotas nos ofrecen un poco más de consuelo. Así es la vida: intentar llegar a nuestro destino mientras, a veces, somos zarandeados en nuestras barcas llenas de desorden mientras las olas nos golpean. Nuestras vidas son como mares tormentosos... y quizá deberíamos pensar en lo que querríamos tirar por la borda para llegar a nuestro destino....

by Patrick van der Vorst y P. Juan Carlos Arias Bonet

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